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Pintar un paisaje al aire libre

Saca tu vena artística este verano.

El verano es una buena época para retomar tu afición por pintar paisajes al aire libre, por volver a hacer cerámica o por desempolvar la vieja cámara con la que hacías fotos en blanco y negro. Sea porque estamos de vacaciones, porque los días son más largos o porque nos sentimos de buen humor, lo cierto es que la estación estival aviva nuestra creatividad artística.

Salir al monte con el caballete en el maletero del coche y un lienzo en el asiento de atrás y detenernos en un paraje, que nos ha llamado la atención, con la intención de inmortalizarlo con nuestros pinceles, es una experiencia fascinante. Entramos en contacto con la naturaleza, expresando nuestras emociones y estimulando nuestra creatividad. La belleza del entorno nos inspira y saca a la superficie lo mejor de nosotros mismos, poniendo a flor de piel nuestra sensibilidad.

Esta no es la única afición artística que puedes cultivar en verano. Recuerdo que cuando era niño,  una vecina de mi abuela, que trabajaba de maestra en Madrid, regresaba al pueblo los meses de verano y se ponía, en el patio de la casa de su madre, ha hacer botijos de barro.

Tenía un torno de madera que hacía girar con los pies. Junto al torno había un cubo de agua del pozo, donde se mojaba las manos para moldear con facilidad la arcilla. Era todo un espectáculo verla.

Con el botijo seco, se dedicaba a pintarlo con vivos colores. Tenía una impresionante colección de botijos repartidos por toda la casa. Los hacía por la satisfacción de hacerlos, aunque sé que algún vecino le compró alguno.

En este artículo voy a hablar de las llamadas artes plásticas. Aunque el verano da de sí para cultivar cualquier arte. Para hacer teatro al aire libre, para aprender a tocar un instrumento y montar un grupo con otros músicos. O para retirarte en un refugio de escritores y participar en un taller de literatura creativa, como los que organizan mis amigos de La Casa de Belmonte, en la provincia de Teruel, donde alguna vez me han invitado.

Siempre hay lugar para el arte en nuestras vidas, pero parece que en verano el espacio es más grande.

Actividades artísticas que puedes hacer en verano.

La luz nítida que luce en los meses de verano y el buen tiempo que nos invita a salir al exterior son condiciones propicias para plasmar nuestra creatividad en las artes plásticas. Estas son algunas actividades creativas que puedes hacer en estas fechas:

  • Pintar paisajes al aire libre. Estés en la ciudad o decidas trasladarte al campo, el verano es ideal para plasmar el escenario que nos rodea. Tenemos más horas de luz para captar los detalles. Si estás en casa, puedes salir a la terraza y pintar tu vecindario. O ir a una plaza o a un parque emblemático de tu ciudad. Algunos veranos, Joaquín Sorolla iba a la playa de la Malvarrosa de Valencia para dejarnos algunas de las escenas más bellas de la historia de la pintura. Si lo que quieres es buscar bellos rincones en la naturaleza, para reflejarlos en tus pinturas, esta es la estación indicada.
  • Dibujo. Puede parecer similar a la pintura, pero cualquier artista sabe que no lo es. Es cierto que para ser un buen pintor es recomendable que previamente seas un buen dibujante, como los era Picasso, pero las técnicas que se utilizan en una disciplina artística y en la otra son diferentes. Si cabe aún, el dibujo es más flexible que la pintura. Basta con que te hagas con un blog de dibujo y un equipo de lápices y carboncillos para plasmar en papel aquello que te motive, en cualquier lugar.
  • La cerámica. Hacer cerámica es otra de las actividades artísticas que puedes hacer en fechas veraniegas. Tiene la característica que los objetos que realices pueden tener una utilidad práctica: tazas para tomar café, floreros para colocarlos como centro de mesa, platos para mostrar a tus invitados. Para realizar esta actividad puedes convertir tu terraza en un magnífico estudio de arte.

Quizás, uno de los problemas que tenemos para emprender nuestra actividad artística es contar con los materiales y utensilios adecuados. Sin ellos, tu creatividad no adquiere la resolución deseada. Este es un problema de fácil solución. Internet es tu mejor aliado. Sabes que las tiendas online de materiales para bellas artes no cierran en julio y agosto, ni tienen un horario de verano, que coincide con el horario en el que estás trabajando. En la red encuentras varias tiendas de este tipo, como Artespray, una tienda física y online de Cáceres con un amplísimo inventario de productos de calidad para artes plásticas, donde yo mismo he comprado alguna vez un estuche para que mi hija se iniciara en el dibujo al pastel.

Las bellas artes tranquilizan tu mente.

Así lo pone de manifiesto la edición mexicana de la revista Forbes, quien asegura que practicar la pintura te ayuda a enfrentar el estrés y la ansiedad.

Las artes plásticas tienen la habilidad de abstraerte de tus preocupaciones cotidianas y de acaparar toda tu atención. Con ellas cultivas funciones mentales como la concentración, la atención a los detalles y la percepción espacial.

En esta actividad utilizas los dos hemisferios del cerebro. Por un lado, el hemisferio derecho se encarga de sintetizar la información que recibes por medio de los sentidos y de procesarla, dándole un tamiz subjetivo que está relacionado con las emociones; mientras el hemisferio izquierdo se encarga de la ejecución, dándole órdenes al cuerpo para materializar aquello que tienes en la mente. Digamos que es un ejercicio mental completo.

Mientras que estás pintando no piensas en ninguna otra cosa más que en lo que estás haciendo. Cuando dejas de pintar, tu mente coge otra orientación. Puede ser que te quedes pensando en cómo mejorar tu cuadro, pero no es lo mismo. Esta es una actividad de análisis, pero no es la creación artística en estado puro.

Tan preocupados como vivimos hoy en día por encontrar actividades que nos ayuden a relajarnos, a desconectar, que nos aporten equilibrio, la práctica artística es una de las más eficientes que tenemos a nuestro alcance.

Digamos que es un “reset” necesario para nuestro cerebro. Un paréntesis que nos ayuda a enfrentar la vida cotidiana con fuerzas renovadas.

Las artes plásticas nos elevan la autoestima. Nos sube la moral por el simple hecho de sentirnos orgullosos por trabajo hecho. Una sensación que nos da fuerza para encarar otros problemas de nuestra vida. Nos ensañan a valorar el tiempo. A apreciar la paciencia. Una obra de arte no se crea de forma instantánea. Algo que contrasta con la inmediatez y la impaciencia de los tiempos que vivimos.

Todos somos artistas en potencia, pero debemos formarnos.  

El arte es alimento para nuestro espíritu. Nos sentimos atraídos por la belleza y aspiramos a plasmar nuestras emociones de una forma bella, de una manera u otra. Compartiéndolo con la gente a la que apreciamos.

La actividad artística canaliza nuestras emociones y le da una forma constructiva. Quizás, uno de los problemas que tengamos es encontrar el canal adecuado para expresar esa creatividad. Un artista lo es con independencia del vehículo de expresión que haya decidido utilizar, por lo general, aquel con el que se siente más cómodo.

No son pocos los artistas que han divagado entre seguir un camino u otro. En su juventud, el poeta Rafael Alberti no sabía si dedicarse a la pintura o a la literatura. Ambas eran disciplinas que se le daban bastante bien. El fotógrafo Alberto García Alix, uno de los fotógrafos de la movida madrileña, tal vez el más canalla y oscuro, ha sacado varios libros de poesía y de impresiones escritas que son una continuación de su obra fotográfica.

Lo cierto es que aunque tengamos esa inquietud artística, aunque tengamos habilidades para expresarnos con más naturalidad en algún tipo de arte, necesitamos formarnos para desarrollar todo nuestro potencial.

Todas las disciplinas artísticas tiene un aspecto de método: la pintura, la fotografía, la música, la literatura. Debemos dominar los entresijos técnicos de la especialidad para expresarnos con total libertad.

Aunque a algunas personas le rechine, ser autodidacta en el arte no es un buen camino. Al final te quedas atascado, limitado, sin posibilidad de evolucionar.

Ni siquiera, los grandes artistas, a lo que se les ha llamado autodidactas, lo fueron. Vicent van Gogh estudió en la escuela de Bellas Artes de Amberes antes de llegar al París de los impresionistas. Incluso allí, en París, las largas charlas y tertulias que mantenían entre sí los pintores era una forma de aprender unos de otros.

Por eso, aunque pienses que se te da bien el dibujo, la pintura o la música, no te viene mal acudir a clases. Aprenderás nociones y técnicas que te servirán para expresarte en el terreno artístico. Conocerás a otras personas con inquietudes similares a las tuyas, de las que encontrarás algo que aprender.

El verano también es una buena época para formarte en el arte.

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